Y tendrás la fuerza para destruir, sin saber que a cada golpe te destruyes a ti mismo.
Y sabrás dañar, pero carecerás del conocimiento que te indique que el dañado y el agresor son siempre la misma persona.
Y pondré delante de ti un mundo que será un espejo. En un espejo vivirás sin saberlo, y no serás capaz (por tu inconsciencia) de percibir que aquello que piensas es para ti que se muestra como bendición o destrucción.
El espejo seguirá siempre indemne. La imagen que multiplicará a tu alrededor. Y como el efecto de tus actos, pensamientos y emociones regresará desde una dirección que no esperas, no sabrás comprobar que fuíste tú el lanzador de la onda que te golpea.
Insultarás, sin saber que es la mente de quien insulta y su garganta de la que sale el insulto, las primeras en ser infectadas por el virus que pretende propagar.
Y mentirás, siendo tú el único engañado.
Después quedarás, como cada noche, solo tú ante tí mismo, desnudo y tapado con sábana que no te protegerá de tus propios demonios. Esos que siempre saben cuándo han de venir a atormentarte. Cuando ya no seas nada, cuando ya sólo quedes tú y agotado.
Y aún así te despertarás cada mañana creyendo que el mundo es tuyo y que has de conquistarlo. Que has de ganarte una vida que YO te he dado gratis.
Seguirás convencido de que sólo atacando avanzarás y sólo defendiéndote te mantendrás en pie, sin recordar que tus padres te enseñaron a caminar entre mimos y palabras de ánimo y risas.
Así de ciego andarás por el mundo y querrás acudir a mi, que jamás dejé de hablarte, pidiéndome responsabilidades por cuanto te di y te sigo dando, pero que tú menosprecias y destruyes.
No eres imperfecto. Eres estúpido.
Eres la especie más desarrollada. La más cualificada. Lo tienes todo.... pero ¿Cómo y en qué empleas los dones con los que cuentas?
Reflexiona hijo mío, no sea que llegue un momento en tu vida en que ya no haya posibilidad de cambiar.
Y sabrás dañar, pero carecerás del conocimiento que te indique que el dañado y el agresor son siempre la misma persona.
Y pondré delante de ti un mundo que será un espejo. En un espejo vivirás sin saberlo, y no serás capaz (por tu inconsciencia) de percibir que aquello que piensas es para ti que se muestra como bendición o destrucción.
El espejo seguirá siempre indemne. La imagen que multiplicará a tu alrededor. Y como el efecto de tus actos, pensamientos y emociones regresará desde una dirección que no esperas, no sabrás comprobar que fuíste tú el lanzador de la onda que te golpea.
Insultarás, sin saber que es la mente de quien insulta y su garganta de la que sale el insulto, las primeras en ser infectadas por el virus que pretende propagar.
Y mentirás, siendo tú el único engañado.
Después quedarás, como cada noche, solo tú ante tí mismo, desnudo y tapado con sábana que no te protegerá de tus propios demonios. Esos que siempre saben cuándo han de venir a atormentarte. Cuando ya no seas nada, cuando ya sólo quedes tú y agotado.
Y aún así te despertarás cada mañana creyendo que el mundo es tuyo y que has de conquistarlo. Que has de ganarte una vida que YO te he dado gratis.
Seguirás convencido de que sólo atacando avanzarás y sólo defendiéndote te mantendrás en pie, sin recordar que tus padres te enseñaron a caminar entre mimos y palabras de ánimo y risas.
Así de ciego andarás por el mundo y querrás acudir a mi, que jamás dejé de hablarte, pidiéndome responsabilidades por cuanto te di y te sigo dando, pero que tú menosprecias y destruyes.
No eres imperfecto. Eres estúpido.
Eres la especie más desarrollada. La más cualificada. Lo tienes todo.... pero ¿Cómo y en qué empleas los dones con los que cuentas?
Reflexiona hijo mío, no sea que llegue un momento en tu vida en que ya no haya posibilidad de cambiar.