Vulcano: el Planeta Fantasma
El perihelio del planeta Mercurio (la distancia más cercana al sol) se adelantaba cada año con respecto al sol, en lo que técnicamente se llama la precesión del perihelio. Esta observación parecía violar las leyes de gravitación de Newton, por lo que se le intentó buscar una explicación.

Le Verrier propuso explicar esta discrepancia mediante la presencia de un pequeño planeta dentro de la órbita de Mercurio, que lo denominó “Vulcano”. En la mitología romana, Vulcano era un dios benéfico, guardián del fuego, nombre muy apropiado para un planeta que estuviese situado tan cerca del sol. Le Verrier obtuvo un clamoroso éxito al predecir la posición del planeta Neptuno en 1846 e intentó utilizar la misma técnica para probar la existencia de este planeta.
En 1859 Le Verrier tuvo noticia de una observación realizada por un médico francés y astrónomo amateur llamado Edmond Modeste Lescarbault. En una carta dirigida a Le Verrier, Lescarbault le informaba que en marzo había visto un objeto oscuro no identificado atravesando una porción del disco solar. Lescarbault descartó la posibilidad de que fuera una mancha solar puesto que el objeto se movía. Lescarbault incluso tomó medidas de su posición dirección y movimiento y utilizan un viejo reloj y un péndulo estimó la duración del tránsito en 1 hora 17 minutos y 9 segundos.
Le Verrier satisfecho, anunció en 1860 el descubrimiento del planeta Vulcano ante la academia de ciencias de París. Incluso Lescarbault fue condecorado con la legión de honor he invitado a comparecer en prestigiosas instituciones.
Sin embargo, no todos aceptaron la veracidad del descubrimiento" de Lescarbault. Un eminente astrónomo francés, Emmanuel Liais, que estaba trabajando para el gobierno brasileño en Río de Janeiro en 1859, afirmó que había estado estudiando la superficie del sol con un telescopio dos meses más potente que el de Lescarbault al mismo tiempo que Lescarbault afirmó que había hecho sus curiosas observaciones. Por tanto, Liais, se negó a aceptar el tránsito observado por Lescarbault a la obra y tiempo indicados.
Basado en los datos del tránsito de Lescarbault, Le Verrier calculó que se movía en una órbita aproximadamente circular a una distancia de 21 millones de kilómetros del sol y con un periodo de traslación de 19 días y 17 horas con una inclinación orbital de 12° y 10´.
Entre 1865 y 1878 se realizaron algunas observaciones sobre este planeta, pero ninguna de ellas tuvo fiabilidad suficiente como para confirmar el descubrimiento. En 1877 Le Verrier murió convencido de haber descubierto otro planeta. A finales del siglo XIX existían serias dudas sobre la existencia de este planeta.
El epitafio final sobre Vulcano, llegó en 1915 cuando Einstein propuso su teoría de la relatividad que explicaba las perturbaciones de la órbita de Mercurio como un mero subproducto del campo gravitatorio solar. Sus ecuaciones predijeron resultados ligeramente distintos que la mecánica clásica de Newtoniana, pero de una manera precisa como para explicar el peculiar comportamiento de la órbita de Mercurio.
Observar un hipotético planeta dentro de la órbita de Mercurio sería algo enormemente difícil, puesto que es preciso apuntar el telescopio muy cerca del sol, donde el cielo jamás es oscuro. Además, al apuntar el telescopio tan cerca del Sol un error podría dañar la óptica o cegar al observador. La enorme cantidad de luz presente en las proximidades del sol produce falsas reflexiones dentro de la óptica del instrumento, de esta forma el observador puede resultar confundido y ver cosas que no existen.
Aunque en él eclipse solar de 1970 algunas placas fotográficas revelaban algunos objetos que parecían estar orbitando muy cerca del sol, otros observadores no pudieron confirmar esta observación completamente.

Algunos creen que un asteroide de unos cientos de kilómetros de diámetro fue avistado orbitando el sol a una distancia de sólo 15 millones de kilómetros. Otras imágenes de este eclipse llevaron teorizar sobre la existencia de un cinturón de asteroides interior a la órbita de Mercurio, estos hipotéticos asteroides son conocidos como Vulcanoides.
Hasta ahora en las búsquedas que se han realizado no se ha llegado ningún rastro de un asteroide Vulcanoide mayor a 60 km de diámetro.