Los monumentales Budas de Bamiyán resplandecían antiguamente con fuertes colores. Restauradores de la Universidad Técnica de Munich (TUM) han analizado cientos de fragmentos de las estatuas que los talibanes hicieron saltar por los aires. Los científicos han conseguido fijar, por primera vez y de forma fiable, la época de su creación e investigado su técnicamente brillante modo de construcción. Un proceso, desarrollado conjuntamente con la empresa de un antiguo ex alumno del TUM, ha podido fijar la roca porosa y posibilitar la reconstrucción del antiguo patrimonio cultural de la humanidad.
Grande fue la consternación del mundo cuando, en marzo hará diez años, fanáticos talibanes hicieron saltar por los aires las dos gigantescas estatuas de Buda que, desde el siglo VI, dominaban el valle de Bamiyán en el actual Afganistán. Situadas en la Ruta de la Seda, las dos obras de arte de 55 y 38 metros de altura fueron hasta el siglo X. el centro de uno de los monasterios budistas más grandes del mundo. Miles de monjes cuidaban de innumerables lugares de culto en los nichos y grutas excavados en el kilométrico acantilado.
Expertos europeos y japoneses se esfuerzan, desde el derrocamiento del dominio talibán, por orden de la UNESCO y coordinados por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), en asegurar los restos de las estatuas y volver a hacerlas accesibles. Y están tomando los fragmentos verdaderamente bajo la lupa – porque hasta su voladura los Budas no habían sido apenas investigados. Científicos de la Cátedra de Restauración, Tecnología del Arte y Ciencias de la Conservación han investigado en el TUM durante año medio varios cientos de estos fragmentos. Sus conclusiones no sólo ayudan a la comprensión de este patrimonio de la humanidad sino que podrían hacer posible el ensamblaje de las piezas recibidas:
* Distribución del color: "Los Budas tenían un aspecto de intenso colorido", dice el catedrático Prof. Erwin Emmerling. Su equipo ha descubierto que las estatuas fueron repintadas varias veces, hasta que la región definitivamente se islamizó, posiblemente porque los colores perdían su intensidad. Los ropajes exteriores, los Sangati, resplandecían por la parte interior en azul oscuro, por la parte superior en rosa y, más tarde, en un naranja claro. En una fase posterior se pintó el mayor de los Budas en rojo y el pequeño en color blanco; la parte interior de los ropajes se reparó con un azul claro. La reconstrucción gráfica de los investigadores del TUM confirma las viejas tradiciones transmitidas: Ya en fuentes del undécimo siglo se hablaba de un Buda rojo y otro de un blanco lunar. Las demás partes de las figuras tenían, posiblemente, una primera capa o imprimación blanca pero no se puede documentar de forma fehaciente.
* Técnica de construcción: Las estatuas se obtuvieron picando el acantilado, sin embargo, la piel exterior con las ondulantes vestimentas fue construida por los obreros con barro que se aplicó en dos o tres capas. Los restos nos muestran una destreza sorprendente "Son superficies lisas, perfectas – una calidad que solamente poseen materiales tratados con fuego, como la porcelana", dice Emmerling. Los restauradores del TUM encontraron en el barro paja y paja cortada que absorben la humedad, pelo animal que confiere al revoque una estabilidad como si fuera fibra de vidrio, así como cuarzo y otros aditivos que impiden la contracción del revoque. Las capas interiores de revoque se mantuvieron fijas mediante cuerdas que estaban atadas a pequeñas estaquillas de madera. Así crearon los antiguos operarios capas increíblemente gruesas de hasta 8 centímetros. "No solamente sobrevivieron más de 1500 años sino que, en algunas partes, resistieron incluso la voladura", se sorprendió Emmerling.
* Datación: Los datos anteriores sobre la fecha de construcción de las estatuas eran estimaciones basadas en el estilo de la vestimenta de los Budas o en puntos de referencia similares. Mediante la utilización de un espectrómetro de masas en la Eidgenössische Technische Hochschule Zürich y en la Universidad Christian-Albrecht de Kiel se ha podido establecer la edad de las partículas orgánicas en la capa de barro. Con ello, los científicos de la TUM han podido delimitar la fecha de construcción del Buda pequeño entre los años 544 al 595, mientras que el Buda mayor se sitúa de 591 al 644.
* Conservación: ¿Cómo pueden conservarse para el futuro los fragmentos de esta herencia universal? Los equipos de ICOMOS han almacenado los escombros en naves provisionales de almacenamiento en el valle de Bamiyán; las partes más grandes han sido cubiertas en el acantilado. "Esto solo funcionará bien durante un par de años, porque se trata de piedra arenisca muy porosa", dice Emmerling. Los procesos de conservación usuales no pueden tomarse en consideración. "Las resinas sintéticas que se utilizan normalmente, en las dimensiones necesarias, se comportarían de forma muy diferente a como lo haría la piedra natural debido a las condiciones climatológicas del valle de Bamiyán", declara Emmerling. Los científicos conservadores han desarrollado conjuntamente con la empresa Consolidas – una empresa fundada por un ex alumno del TUM – un proceso aún en evolución para su posible aplicación en los fragmentos de los Buda. En vez de utilizar resinas sintéticas las piedras podrían sujetarse en el interior mediante una unión de silicio orgánico.
Además de esto, los restauradores del TUM trabajan en un modelo 3D del acantilado que muestra todos los escombros en su lugar primitivo. Emmerling mantiene por ello que una reconstrucción del Buda pequeño sería básicamente posible – lo que el restaurador aboga por un ensamblaje de las piezas existentes y no por una reconstrucción del antiguo estado. Referente al Buda mayor, Emmerling se muestra escéptico debido a su profundidad de cerca de 12 metros. El más pequeño, con su profundidad de cerca de 2 metros, era casi como un relieve. Pero incluso para su erección existen obstáculos políticos junto a otros de índole práctico. Para la conservación de los escombros se debería construir una pequeña fábrica en el valle de Bamiyán o deberían traerse cerca de 1400 piedras a Alemania, algunas de ellas de un peso superior a las 2 toneladas. En marzo se debatirá en una conferencia en Paris sobre el destino posterior de los Budas. (Fuente: Technische Universitaet Muenchen)
Grande fue la consternación del mundo cuando, en marzo hará diez años, fanáticos talibanes hicieron saltar por los aires las dos gigantescas estatuas de Buda que, desde el siglo VI, dominaban el valle de Bamiyán en el actual Afganistán. Situadas en la Ruta de la Seda, las dos obras de arte de 55 y 38 metros de altura fueron hasta el siglo X. el centro de uno de los monasterios budistas más grandes del mundo. Miles de monjes cuidaban de innumerables lugares de culto en los nichos y grutas excavados en el kilométrico acantilado.
Expertos europeos y japoneses se esfuerzan, desde el derrocamiento del dominio talibán, por orden de la UNESCO y coordinados por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), en asegurar los restos de las estatuas y volver a hacerlas accesibles. Y están tomando los fragmentos verdaderamente bajo la lupa – porque hasta su voladura los Budas no habían sido apenas investigados. Científicos de la Cátedra de Restauración, Tecnología del Arte y Ciencias de la Conservación han investigado en el TUM durante año medio varios cientos de estos fragmentos. Sus conclusiones no sólo ayudan a la comprensión de este patrimonio de la humanidad sino que podrían hacer posible el ensamblaje de las piezas recibidas:
* Distribución del color: "Los Budas tenían un aspecto de intenso colorido", dice el catedrático Prof. Erwin Emmerling. Su equipo ha descubierto que las estatuas fueron repintadas varias veces, hasta que la región definitivamente se islamizó, posiblemente porque los colores perdían su intensidad. Los ropajes exteriores, los Sangati, resplandecían por la parte interior en azul oscuro, por la parte superior en rosa y, más tarde, en un naranja claro. En una fase posterior se pintó el mayor de los Budas en rojo y el pequeño en color blanco; la parte interior de los ropajes se reparó con un azul claro. La reconstrucción gráfica de los investigadores del TUM confirma las viejas tradiciones transmitidas: Ya en fuentes del undécimo siglo se hablaba de un Buda rojo y otro de un blanco lunar. Las demás partes de las figuras tenían, posiblemente, una primera capa o imprimación blanca pero no se puede documentar de forma fehaciente.
* Técnica de construcción: Las estatuas se obtuvieron picando el acantilado, sin embargo, la piel exterior con las ondulantes vestimentas fue construida por los obreros con barro que se aplicó en dos o tres capas. Los restos nos muestran una destreza sorprendente "Son superficies lisas, perfectas – una calidad que solamente poseen materiales tratados con fuego, como la porcelana", dice Emmerling. Los restauradores del TUM encontraron en el barro paja y paja cortada que absorben la humedad, pelo animal que confiere al revoque una estabilidad como si fuera fibra de vidrio, así como cuarzo y otros aditivos que impiden la contracción del revoque. Las capas interiores de revoque se mantuvieron fijas mediante cuerdas que estaban atadas a pequeñas estaquillas de madera. Así crearon los antiguos operarios capas increíblemente gruesas de hasta 8 centímetros. "No solamente sobrevivieron más de 1500 años sino que, en algunas partes, resistieron incluso la voladura", se sorprendió Emmerling.
* Datación: Los datos anteriores sobre la fecha de construcción de las estatuas eran estimaciones basadas en el estilo de la vestimenta de los Budas o en puntos de referencia similares. Mediante la utilización de un espectrómetro de masas en la Eidgenössische Technische Hochschule Zürich y en la Universidad Christian-Albrecht de Kiel se ha podido establecer la edad de las partículas orgánicas en la capa de barro. Con ello, los científicos de la TUM han podido delimitar la fecha de construcción del Buda pequeño entre los años 544 al 595, mientras que el Buda mayor se sitúa de 591 al 644.
* Conservación: ¿Cómo pueden conservarse para el futuro los fragmentos de esta herencia universal? Los equipos de ICOMOS han almacenado los escombros en naves provisionales de almacenamiento en el valle de Bamiyán; las partes más grandes han sido cubiertas en el acantilado. "Esto solo funcionará bien durante un par de años, porque se trata de piedra arenisca muy porosa", dice Emmerling. Los procesos de conservación usuales no pueden tomarse en consideración. "Las resinas sintéticas que se utilizan normalmente, en las dimensiones necesarias, se comportarían de forma muy diferente a como lo haría la piedra natural debido a las condiciones climatológicas del valle de Bamiyán", declara Emmerling. Los científicos conservadores han desarrollado conjuntamente con la empresa Consolidas – una empresa fundada por un ex alumno del TUM – un proceso aún en evolución para su posible aplicación en los fragmentos de los Buda. En vez de utilizar resinas sintéticas las piedras podrían sujetarse en el interior mediante una unión de silicio orgánico.
Además de esto, los restauradores del TUM trabajan en un modelo 3D del acantilado que muestra todos los escombros en su lugar primitivo. Emmerling mantiene por ello que una reconstrucción del Buda pequeño sería básicamente posible – lo que el restaurador aboga por un ensamblaje de las piezas existentes y no por una reconstrucción del antiguo estado. Referente al Buda mayor, Emmerling se muestra escéptico debido a su profundidad de cerca de 12 metros. El más pequeño, con su profundidad de cerca de 2 metros, era casi como un relieve. Pero incluso para su erección existen obstáculos políticos junto a otros de índole práctico. Para la conservación de los escombros se debería construir una pequeña fábrica en el valle de Bamiyán o deberían traerse cerca de 1400 piedras a Alemania, algunas de ellas de un peso superior a las 2 toneladas. En marzo se debatirá en una conferencia en Paris sobre el destino posterior de los Budas. (Fuente: Technische Universitaet Muenchen)
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